viernes, 27 de febrero de 2009

MAESTROS DEL MANGA


A uno siempre le ronda por el magín la manera de atraer a los chicos al universo de la lectura. Me aferro a la inocencia y pienso que la lectura quizá nos haga mejores, más reflexivos, más compasivos, aunque sólo sea por simpatía hacia esa caterva de antihéroes desgraciados que pululan por tantos relatos.

El caso es que quizá el cómic pudiera ser una puerta de acceso para esos chicos que se manifiestan hostiles al libro, a su tempo, a la soledad que requiere, a su silencio. No sé, tal vez años sobrepasados por lo libresco, con dificultades para entender; o no, simplemente habitantes de otra galaxia diferente de la que inventó Guttemberg.



Vagabundeando por aquí y por allá he tenido la suerte de llegar a dos clásicos del manga, Osamu Tezuka y Jiro Taniguchi. Del primero una historia sobre el nazismo titulada Adolf y del segundo una historia ambientada en el mundo del alpinismo, La cumbre de los dioses. De Tezuka me atraen sus tramas, la habilidad para trenzar peripecias; de Taniguchi sus personajes en crisis insatisfechos, necesitados de retos, adolescentes perdidos...también sus dibujos, maravillosos. ¿Conectarán con los intereses adolescentes? Ese es otro cantar.

En estas incursiones en un territorio para mí desconocido me es de gran utilidad consultar La cárcel de papel, un espacio extraordinario que mantiene Álvaro Pons, quien ejerce de crítico en las páginas de Babelia, el suplemento cultural del diario El país.
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